





Pues la noche, como era de esperarse, terminó en una deliciosa cogida, donde tuvimos que castigar al prohibido pa eso le gustaba… y como a mi me encanta realizar fantasías, me di a la tarea de hacerle sentir uno de los orgasmos más intensos que haya sentido.
Primero le apreté el cuello, después la vagina hasta que sacó tanta leche que ensucié la sábana…
De esas veces que termina doliendo el abdomen de la acomodada de matriz que me dieron.